¿El séptimo arte de la prefabricación?
Una gran explosión anunciaba el fin de la fábrica de los sueños, que ha caído hecha pedazos. Cuentan que una nube de polvo se expandió varios kilómetros a la redonda, y que los curiosos que atendían al derribo no pudieron ver el desplome, pues estaban demasiado ocupados tapándose los ojos, los oídos, la nariz, cualquier orificio por el que pudieran colarse los restos de los escombros que volaban por la ciudad, suspendidos en el aire, muertos para siempre. No nos extraña este final para una industria acabada, pues nadie ya crea nuevos sueños, nadie inventa nuevas historias. El futuro está en la “prefabricación de ideas”. ¿Quién quiere nuevas historias? La nueva filosofía dice: si funciona como videojuego, como libro, como cómic… funciona como película.
No tenemos más que examinar los nuevos estrenos. Sin ir más lejos, esta semana se estrena “A ciegas” (Blindness), película dirigida por Fernando Meirelles, que supone una adaptación de “Ensayo sobre la ceguera”, escrita por José Saramago. El largometraje fue presentado en 2008, pero no llega a nuestras pantallas hasta ahora. Tenemos la oportunidad de asistir para escuchar a la salida del cine “el libro estaba mejor”. Con suerte, si alguno no ha tenido la oportunidad de leerlo, la librará de las odiosas comparaciones que nacen de las adaptaciones. Si necesitan más pruebas de la nueva fiebre de traducir todo al lenguaje cinematográfico, echen un vistazo a la nueva película de Spielberg, que tiene como protagonista nada más y nada menos que a Tintín, famoso héroe de cómic, un jovial reportero belga que acompañó la infancia de muchos de nosotros, y que será encarnado por Jamie Bell.
Las grandes superproducciones de los últimos meses nos revelan proyectos como “Watchmen”. Este nace del aclamado cómic con quien comparte título. Numerosos intentos anteriores de llevarlo al cine habían fracasado, hasta que Robert Snyder (que ya se había encargado de la exitosa “300”, también proveniente de un cómic). Lo más interesante es que el mayor opositor a la película fue Alan Moore, el creador de la historia original. Para muchos, el lenguaje de un cómic no puede ser adaptado de forma efectiva a los medios audiovisuales. Al escepticismo inicial de los amantes de los tebeos se añaden estrepitosos fracasos de la crítica, tales como “Daredevil” o “Los cuatro fantásticos”. Esto nos hace preguntarnos sobre la necesidad de estas creaciones. De igual manera que a cualquier lector pueden extrañarle largometrajes como “El perfume”, libro que deja descansar la acción en las palabras de un narrador externo cuya mayor preocupación se basa en la descripción de olores. ¿Cómo llevar esos olores al cine? Por no hablar del próximo proyecto de Brad Pitt y Natalie Portman, que lleva como título “Important Artifacts and Personal Property from the Collection of Lenore Doolan and Harold Morris, Including Books, Street Fashion, and Jewelry” (“Importantes artefactos y propiedad personal de la colección de Lenore Doolan y Harold Morris, incluyendo libros, moda callejera y joyería”). El libro que da nombre a la futura obra está estructurado como un catálogo de objetos que intentan explicar la historia de una relación de cuatro años. ¡Un catálogo llevado al cine!
Otra de las técnicas de moda actuales se basa en la adaptación de películas. La ley que impera en ella es “si funcionó una vez, funcionará otra, y otra, y otra…”. Para los resultados de esta idea tenemos dos nombres: remake y secuelas. En vez de perdernos en la larga lista de éxitos y fracasos que han traído los proyectos calificados según las categorías anteriores, proporcionamos algunos títulos de películas de las cuales oiremos hablar muchísimo en un futuro no muy lejano: “Alice in Wonderland”, versión de Tim Burton de la “Alicia en el País de las Maravillas” (procedente de la obra literaria de Lewis Carrol); “Terminator4: Salvation”; o la cuarta entrega de “Piratas del Caribe”.
En cuanto al público, ¿qué opina? Indagando acerca de esta cuestión en diferentes foros de cine, descubrimos que la mayoría opina que las adaptaciones pueden salir bien cuando se emplea un lenguaje adecuado con el cual contar las historias. Otros es muestran bastante reacios a secuelas y a superproducciones, y muestran preferencias por el cine clásico y las películas con tintes de serie B.
Lejos de querer sonar a firme detractora de adaptaciones, me gustaría concluir añadiendo que aproximadamente el 80% de las obras cinematográficas nacen de un producto anterior, y que directores de la talla de Kubrick crearon clásicos a partir de libros. “Prefabricar” puede ser el germen de grandes filmes, pero también puede llevarnos a derribar los sueños y las nuevas ideas, así como a perdernos en la repetición.
Una gran explosión anunciaba el fin de la fábrica de los sueños, que ha caído hecha pedazos. Cuentan que una nube de polvo se expandió varios kilómetros a la redonda, y que los curiosos que atendían al derribo no pudieron ver el desplome, pues estaban demasiado ocupados tapándose los ojos, los oídos, la nariz, cualquier orificio por el que pudieran colarse los restos de los escombros que volaban por la ciudad, suspendidos en el aire, muertos para siempre. No nos extraña este final para una industria acabada, pues nadie ya crea nuevos sueños, nadie inventa nuevas historias. El futuro está en la “prefabricación de ideas”. ¿Quién quiere nuevas historias? La nueva filosofía dice: si funciona como videojuego, como libro, como cómic… funciona como película.
No tenemos más que examinar los nuevos estrenos. Sin ir más lejos, esta semana se estrena “A ciegas” (Blindness), película dirigida por Fernando Meirelles, que supone una adaptación de “Ensayo sobre la ceguera”, escrita por José Saramago. El largometraje fue presentado en 2008, pero no llega a nuestras pantallas hasta ahora. Tenemos la oportunidad de asistir para escuchar a la salida del cine “el libro estaba mejor”. Con suerte, si alguno no ha tenido la oportunidad de leerlo, la librará de las odiosas comparaciones que nacen de las adaptaciones. Si necesitan más pruebas de la nueva fiebre de traducir todo al lenguaje cinematográfico, echen un vistazo a la nueva película de Spielberg, que tiene como protagonista nada más y nada menos que a Tintín, famoso héroe de cómic, un jovial reportero belga que acompañó la infancia de muchos de nosotros, y que será encarnado por Jamie Bell.
Las grandes superproducciones de los últimos meses nos revelan proyectos como “Watchmen”. Este nace del aclamado cómic con quien comparte título. Numerosos intentos anteriores de llevarlo al cine habían fracasado, hasta que Robert Snyder (que ya se había encargado de la exitosa “300”, también proveniente de un cómic). Lo más interesante es que el mayor opositor a la película fue Alan Moore, el creador de la historia original. Para muchos, el lenguaje de un cómic no puede ser adaptado de forma efectiva a los medios audiovisuales. Al escepticismo inicial de los amantes de los tebeos se añaden estrepitosos fracasos de la crítica, tales como “Daredevil” o “Los cuatro fantásticos”. Esto nos hace preguntarnos sobre la necesidad de estas creaciones. De igual manera que a cualquier lector pueden extrañarle largometrajes como “El perfume”, libro que deja descansar la acción en las palabras de un narrador externo cuya mayor preocupación se basa en la descripción de olores. ¿Cómo llevar esos olores al cine? Por no hablar del próximo proyecto de Brad Pitt y Natalie Portman, que lleva como título “Important Artifacts and Personal Property from the Collection of Lenore Doolan and Harold Morris, Including Books, Street Fashion, and Jewelry” (“Importantes artefactos y propiedad personal de la colección de Lenore Doolan y Harold Morris, incluyendo libros, moda callejera y joyería”). El libro que da nombre a la futura obra está estructurado como un catálogo de objetos que intentan explicar la historia de una relación de cuatro años. ¡Un catálogo llevado al cine!
Otra de las técnicas de moda actuales se basa en la adaptación de películas. La ley que impera en ella es “si funcionó una vez, funcionará otra, y otra, y otra…”. Para los resultados de esta idea tenemos dos nombres: remake y secuelas. En vez de perdernos en la larga lista de éxitos y fracasos que han traído los proyectos calificados según las categorías anteriores, proporcionamos algunos títulos de películas de las cuales oiremos hablar muchísimo en un futuro no muy lejano: “Alice in Wonderland”, versión de Tim Burton de la “Alicia en el País de las Maravillas” (procedente de la obra literaria de Lewis Carrol); “Terminator4: Salvation”; o la cuarta entrega de “Piratas del Caribe”.
En cuanto al público, ¿qué opina? Indagando acerca de esta cuestión en diferentes foros de cine, descubrimos que la mayoría opina que las adaptaciones pueden salir bien cuando se emplea un lenguaje adecuado con el cual contar las historias. Otros es muestran bastante reacios a secuelas y a superproducciones, y muestran preferencias por el cine clásico y las películas con tintes de serie B.
Lejos de querer sonar a firme detractora de adaptaciones, me gustaría concluir añadiendo que aproximadamente el 80% de las obras cinematográficas nacen de un producto anterior, y que directores de la talla de Kubrick crearon clásicos a partir de libros. “Prefabricar” puede ser el germen de grandes filmes, pero también puede llevarnos a derribar los sueños y las nuevas ideas, así como a perdernos en la repetición.